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12/01/2019

Apps de citas online (IV): puntuación de usuarios y subasta de datos personales

Esta es la cuarta entrada de una serie de artículos sobre apps de citas online que he decidido crear. A lo largo de ellos, veremos distintos aspectos científicos que intervienen en este reciente fenómeno social. Aquí tenéis el primero de ellos:
Así ha quedado la serie:
 1- Apps de citas online (I): el problema matemático
2- Apps de citas online (II): los patrones oscuros
3- Apps de citas online (III): los usuarios como mercado y un poco de teoría de juegos 
4- Apps de citas online (IV): puntuación de usuarios y subasta de datos online




Para finalizar (por el momento) esta serie de artículos sobre aplicaciones de citas, me centraré en desmitificar dos ideas muy extendidas:

1) No, los usuarios no tienen capacidad de elección en aplicaciones como Tinder. La aplicación no es transparente y no nos muestra a todos los usuarios restantes.

2) No, tampoco nadie es capaz de hackear el algoritmo o pensar que lo domina y lograr tener muchos flechazos automáticamente. El algoritmo cambiará en unas semanas.


Vayamos por partes. La sensación de que somos capaces de elegir entre miles de usuarios es una de las armas psicológicas más poderosas de las aplicaciones de citas. Pero en realidad, no elegimos, sino que estas aplicaciones nos muestran lo que ellos quieren, y no al resto de usuarios que hay. Paso a explicarme:

Judit Duportail es una periodista que en 2017 investigó a fondo el algoritmo de la popular aplicación Tinder, y llegó la conclusión de que esta aplicación calcula una nota de tu deseabilidad, y en función de eso, te muestra a unos usuarios u otros. La compañía anunció este año que renunciaba a esta nota, pero yo no me lo termino de creer. ¿Cómo calculan esa nota? Usan varias herramientas.




Entre otras cosas, a través de Rekognition, una inteligencia artificial creada por Amazon para categorizar las fotos, y a través de un minucioso análisis de datos que permiten a Tinder estimar el coeficiente intelectual de sus usuarios, su nivel de escolaridad y su estado emocional general. Y por supuesto, apostaría que es relevante cómo de activo es cada usuario en la aplicación de citas.

Estos programitas no desperdician ni un solo dato: la extensión de tus mensajes, cuánto tardas en escribir a tus flechazos, cuántos flechazos obtienes, y de quién, a qué distancia están... todo ello les permite saber en qué momento mostrarte qué perfiles, y hasta pueden predecir con cierto índice de acierto si esos perfiles son más proclives a gustarse o no.

Este es el cuarto artículo en el que estoy hablando de lo difícil que es crear un flechazo en estas aplicaciones, ¿y no os preguntáis que para qué sirven entonces? Además de las suscripciones de pago, estos software se nutren de la venta de datos de los usuarios. O mejor dicho, de la subasta de datos de los usuarios (la realidad, vuelve a superar a la ficción):




En este proyecto podréis echar un vistazo al precio estimado de perfiles que se subastan. Tal y como se explica en el blog de Corio, conocemos el precio de estos datos gracias a la activista Joana Moll.

Esta activista digital compró un millón de perfiles de aplicaciones de citas por solo 136€ a una empresa llamada USDate. El paquete con los datos de estos perfiles incluían imágenes (5 millones de ellas), nombres de usuario, correos, nacionalidad, género, edad, orientación sexual, intereses, profesión, características personales y algunos rasgos de personalidad.

Resumiendo, ¿ha quedado claro que no existe la capacidad de elección? Creo que la aplicación también es útil para que entendáis por qué nadie puede hackear el algoritmo. Como mucho, podéis llegar a intuir cómo puntúa Tinder las fotos, o descubrir vagamente qué cosas se tienen en cuenta en la puntuación total de los perfiles. pero nada más. Y lo más probable es que esos truquitos que hayáis aprendido, cambien en la siguiente actualización.

Por lo tanto, espero que al final de este serie de artículos en el blog, haya quedado claro cuáles son los propósitos reales de estas aplicaciones, que se basan en varias trampas matemáticas y psicológicas, y que probablemente vosotros seáis el producto realmente.
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