Blog de robótica e inteligencia artificial

3/27/2020

Coronavirus y privacidad de datos: un estado de excepción

Ayer asistí a un seminario sobre Big Data y coronavirus organizado por la Comisión Europea. Y traigo noticias: la tendencia va a ser a reunir todos los datos posibles de los ciudadanos para ayudar a prever la extensión de este virus, entre otras tareas.

Para ello, los gobiernos del mundo se están valiendo de distintas técnicas de vigilancia masiva. La mayoría está optando por el seguimiento de los ciudadanos a través de sus teléfonos móviles, aunque en esto, como en todo, hay gente con más y menos estilo. Tal y como explican en Twitter, España está optando por un seguimiento mediante GPS de sus ciudadanos, mientras que otros países, como Singapur, se vale de la comunicación Bluetooth para rastrear los cruces entre ciudadanos y hacer una trazabilidad de los contactos entre personas.



En general, estos terminales no son la única herramienta, sino que tal y como explican en multitud de webs, se están desplegando drones, empleando cámaras de video-vigilancia, o rastrear los pagos con tarjeta de crédito, entre otras técnicas.

Aunque en los medios generalistas, no esté escuchando este tema de manera recurrente, el tema del seguimiento masivo sí que estuvo en el candelero en noviembre de 2019, cuando el Instituto de Estadística anunció que seguiría los movimientos de unos cuantos miles de ciudadanos por geoposicionamiento. A pesar de que os prometan que la técnica de seguimiento por GPS sea anonimizable, os invito a escuchar a @javisamo, un investigador que sabe de lo que se habla, en el podcast Post Apocalipsis Nau (a partir de 33.30).



Y es que tal y como ya dicen desde hace muchos años, ninguna base de datos es 100% anónima, sino que si se enfrentan dos datasets anónimas, muchas personas son fácilmente identificables. Como dato, en un estudio ya antiguo aseguraron que el 87% de los ciudadanos de EEUU son identificables por su sexo, código postal y año de nacimiento. Bueno, EEUU normalmente vigila los teléfonos móviles por defecto, pero eso es otra historia que queda para otro artículo.

Volviendo al asunto del coronavirus: ¿estamos obligados a revelar a las autoridades qué países hemos visitado en los últimos días? ¿Con quién hemos estado? ¿Tienen derecho a vigilar masivamente los teléfonos móviles? La respuesta legal es que sí.

Concretamente, se ha presentado la primera instancia para la eliminación de los derechos civiles por el interés de salud nacional. Concretamente, la instancia ha alterado el artículo 9 del código de Protección de Datos, el GDPR, y eso permite el procesamiento de datos como viajes, compañías personales, etc.

No he encontrado ningún artículo aún que pruebe el impacto positivo de estas técnicas de vigilancia masiva en la contención de la epidemia, pero habría que darle una vuelta.

Personalmente, en todo esto tema creo que estamos entre la espada y la pared. Ahora hay más tecnología que en otras pandemias previas, por lo que parece que si no usamos los datos públicos a nuestro alcance, estamos combatiendo al virus con técnicas desfasadas. No solo se trata de aprovecharnos de las mejoras sanitarias.

Sin embargo, dentro de esa propuesta, creo que hay quien puede aprovechar para hacer las cosas como hay que hacer, pero otra gente que no. ¿Qué pensáis?
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3/16/2020

¿Puede un avión despegar de una cinta transportadora?

En estos días de coronavirus, una pregunta de estas que causan caras de incomprensión y asombro. ¿Puede un avión despegar de una cinta transportadora?




No hace falta elucubrar nada. Ya se probó en el programa Los Cazadores de Mitos:



¡Enhorabuena a los que acertasteis en la predicción! Ahora bien, ¿por qué vuela? O dicho de otra manera: ¿por qué hay gente que se imagina que no lo hará? El propósito de este post no es hacer un artículo técnico, pero voy a centrarme en desmontar las teorías de que el avión no volará.

Lo más normal será que los escépticos digan

'¿y si la cinta transportadora y el avión fuesen a la misma velocidad, y el avión no se moviese respecto a un punto fijo?'.

La respuesta es que 'da igual'. En este experimento, no tenemos que pensar en el avión como si fuera un coche. Lo importante no son las ruedas, sino las alas. Concretamente, la variable esencial es la velocidad relativa entre las alas y el viento. Si hablamos de volar, solamente eso importa.

En el caso de un avión de hélices, como el del vídeo, el rotor del avión induce una corriente de aire sobre las alas, y en cuanto esta corriente cree una velocidad relativa que le permita al avión despegar, lo hará.

Pongamos algunos números: si el avión tiene una velocidad de despegue de 80km/h, y no hay viento, en cuanto el aparato alcance mediante el rotor esa velocidad, despegará.

Ahora supongamos que tenemos 40km/h de viento en cara y esas mismas condiciones de despegue. Cuando el avión alcance otros 40km/h, respecto al suelo estará a 0 km/h, pero sin embargo, la velocidad relativa ya habrá alcanzado los 80km/h, y por lo tanto despegará en la mitad de tiempo.

Y exactamente esto, ocurre en el aire también, tal y como se puede ver en el siguiente vídeo.



En ese pequeño vídeo, la velocidad en el aire es de 45nudos/hora, y la del avión también. Por lo tanto, respecto al viento el avión se mueve hacia adelante. Sin embargo, respecto a tierra está parado. Sorprendente, ¿no?

Pues si queréis sorprenderos, no os perdáis el siguiente vídeo. Un avión está parado, fuera del hangar, empieza a soplar viento y...






Muchas gracias a @JoseM_SGP y @karlos346 por su colaboración en este artículo, y el largo hilo que se creó en Twitter con ello.
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3/02/2020

Las grandes ideas por sí solas, en la historia no implican grandes cambios

Existen muy diversas interpretaciones de qué es la historia. Autores como Edward Gibbon afirman que no es más que un registro de las acciones, crímenes, y alegrías de la humanidad. Por el contrario, el celebérrimo George Orwell, autor de la novela 1984, afirma que la historia y su uso es un instrumento de poder para quien la controla.

En la modesta opinión del que les escribe, la historia y la vida de las personas, no es más que una sucesión de afortunados y desafortunados azares y decisiones dentro de un contexto, que nos han llevado hasta donde estamos hoy en día.

¿Por qué la Revolución Industrial ocurrió en Inglaterra, y no en China, o en Francia? Si nos atenemos a la historia, esas regiones sobre el papel estaban mucho mejor preparados por economía, capacidad de la población y recursos que Inglaterra. En cambio, pequeñas decisiones y azares. Y uno de esos azares, fue el de la piratería.

 Corría el año 1522 cuando el pirata francés Jean Fleury se encontró por casualidad cerca de las Azores, embudo natural de las mercaderías provenientes de América, con dos carabelas españolas que traían el tesoro que Moctezuma “dio” a Hernán Cortés. Cerca de 45.000 pesos en oro, más de 8.000 kilos de plata en forma de máscaras, collares, brazaletes… y otras exquisiteces, que fueron a parar a manos de los franceses. Le sonó la flauta y la orquesta completa a un pirata vividor y mediocre, que ni soñaba con destacar. Y es que este hecho cambió la piratería durante los próximos 300 años, ya que se vio como un método muy lucrativo y asequible de hacer daño al imperio dominante de la época, España, y de paso, llenar las arcas.

Tan atractiva era la idea, que la reina de Inglaterra, Isabel I, comenzó a emitir patentes de corso a los piratas, convirtiéndolos en corsarios. Es decir, saqueadores al servicio del país que les paga. Y los resultados fueron espectaculares. En las misiones para robar a España, comandadas por el célebre pirata Francis Drake, los inversores financieros obtuvieron una rentabilidad del 4.700%. Uno de esos inversores, obviamente, era la propia reina Isabel, quien con los beneficios pagó su deuda soberana, e invirtió los excedentes en crear la Compañía de Levante en 1592, que 8 años más tarde se transformaría en la Compañía de las Indias Orientales, cuyo papel en la historia de la economía británica fue indiscutible.


Se calcula que en los 300 años de la piratería, se robó más del 15% del oro español proveniente de América. Y en ese contexto de entrada de caudales, comenzó a crearse un marco legal que favorecía el emprendimiento, y además los bolsillos llenos de ciertos mercaderes y capitalistas ingleses sirveron para crear las primeras fábricas, financiar inventos y comprar patentes.

Un ejemplo de ello lo representa Thomas Goldney II, quien invirtió en las expediciones del famoso corsario Woodes Rogers, el pirata que rescató al verdadero Robinson Crusoe (Alexander Selkirk). Por una inversión de 3.726 libras, el Sr. Goldney recibió 6.800. Un dineral para la época, y que terminó invirtiendo en los trabajos de Abraham Darby. Este hombre tuvo un papel fundamental en la Revolución Industrial, ya que desarrolló un método de producción de hierro de gran calidad, lo que supuso un gran avance en la producción de este metal como material básico para la industria.

En resumen, nuestro presente es fruto de las decisiones y azares que tomaron personas a lo largo de la historia. Puede que hubiéramos llegado al momento de la historia actual de otra manera, puede que no. Pero queda claro que no son por sí solas, las ideas científicas brillantes, como el motor de vapor de James Watt, las que hacen avanzar la historia.



Esta entrada se publicó originalmente en la Revista DYNA, la cual es una publicación científica en ingeniería

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