Esta es la primera entrada de una serie de artículos sobre apps de citas online que he decidido crear. A lo largo de ellos, veremos distintos aspectos científicos que intervienen en este reciente fenómeno social. Aquí tenéis el primero de ellos:
Así ha quedado la serie:
1- Apps de citas online (I): el problema matemático
2- Apps de citas online (II): los patrones oscuros
3- Apps de citas online (III): los usuarios como mercado y un poco de teoría de juegos
4- Apps de citas online (IV): puntuación de usuarios y subasta de datos online
Así ha quedado la serie:
1- Apps de citas online (I): el problema matemático
2- Apps de citas online (II): los patrones oscuros
3- Apps de citas online (III): los usuarios como mercado y un poco de teoría de juegos
4- Apps de citas online (IV): puntuación de usuarios y subasta de datos online
Según un trabajo publicado en 2019 por el investigador de Stanford, Michael Rosenfeld, el modo en que se conocen las parejas heterosexuales ha cambiado totalmente en las últimas décadas. Mejor dicho, Internet lo ha cambiado totalmente, tal y como se puede ver en la siguiente imagen (datos de Estados Unidos):
En primer lugar los chats, y posteriormente las apps de citas, están siendo los mayores catalizadores de la creación de romances. Entre las aplicaciones móviles líderes del mercado encontramos a Tinder y a OKCupid. Esta segunda, creada por cuatro matemáticos de Harvard en 2007.
Encontrar la mujer/el hombre de nuestra vida nunca ha sido tarea sencilla. En 1611, uno de los mayores astrónomos de la historia, Johannes Kepler, realizó un casting para encontrar una mujer candidata a ser su esposa, ayudarle a gestionar la casa y cuidar de sus hijos. Kepler había enviudado poco antes por la fiebre. Con la nueva situación, hizo entrevistas a 11 mujeres que se presentaron a su peculiar concurso. Y para los curiosos, se quedó con la quinta candidata, Susanna.
Kepler no estaba tan desacertado. En realidad, es la estrategia que muchos de nosotros pensaríamos como la óptima para encontrar cónyuge, y es la habitual en procesos de selección de profesionales. No es la estrategia ideal, pero claramente, aumenta las posibilidades de éxito.
En 1962, David Gale y Lloyd Shapley escribieron un breve artículo científico que se ha vuelto un clásico, en el que estudiaron el problema del pareo óptimo entre personas y sobre todo, la novedad de su estudio se centró en la estabilidad de las parejas formadas. El algoritmo de Gale-Shapley funciona en conjuntos donde el número de chicos y chicas es el mismo. Cada uno de los miembros del conjunto tiene su orden de preferencia de la personal del sexo opuesto. ¿Cómo nos aseguramos que van a encontrar su pareja ideal, y que ambas personas estarán seguras de no estar perdiéndose una opción mejor? Los pasos del algoritmo son los siguientes:
1- Cada chico se declara a su primera opción
2- Cada chica evalúa las propuestas, escoge la mejor y desecha las demás. Es decir, si está emparejada con su cuarto candidato en preferencia, y su segunda preferencia le propone un paseo, la chica se va con el nuevo candidato.
3- Cada chico rechazado invita a bailar a su segunda opción, aunque en ese momento esté con otro.
4- Se itera el proceso hasta que todas las chicas tengan una única invitación.
De esta manera, tanto el chico y la chica tienen la mejor opción a la que pueden aspirar, y la solución es estable. De matrimonios y parejas estables sólo podemos hablar en el mundo de las matemáticas. Pero del compañero de habitación perfecto, ni eso, ya que se demuestra que el llamado problema del compañero de habitación no tiene solución estable.
El estudio de Gale y Shapley no se reduce a una simple anécdota matemática que ahora nos resulta graciosa para comentar en una cena. Shapley ganó en 2012 el Premio Nobel de Economía por este tipo de trabajos, junto a Alvin Roth, por sus contribuciones en la teoría de las asignaciones estables y el diseño de mercados, según declaró la Academia.
Como se puede observar, el problema del emparejamiento no es fácil. Quizás en las apps, por su capacidad potenciadora de acceder a personas del otro sexo, lo sea
Una versión de este artículo se publicó originalmente en la DYNA, revista de investigación que recomiendo visitar.
En primer lugar los chats, y posteriormente las apps de citas, están siendo los mayores catalizadores de la creación de romances. Entre las aplicaciones móviles líderes del mercado encontramos a Tinder y a OKCupid. Esta segunda, creada por cuatro matemáticos de Harvard en 2007.
Kepler no estaba tan desacertado. En realidad, es la estrategia que muchos de nosotros pensaríamos como la óptima para encontrar cónyuge, y es la habitual en procesos de selección de profesionales. No es la estrategia ideal, pero claramente, aumenta las posibilidades de éxito.
1- Cada chico se declara a su primera opción
2- Cada chica evalúa las propuestas, escoge la mejor y desecha las demás. Es decir, si está emparejada con su cuarto candidato en preferencia, y su segunda preferencia le propone un paseo, la chica se va con el nuevo candidato.
3- Cada chico rechazado invita a bailar a su segunda opción, aunque en ese momento esté con otro.
4- Se itera el proceso hasta que todas las chicas tengan una única invitación.
De esta manera, tanto el chico y la chica tienen la mejor opción a la que pueden aspirar, y la solución es estable. De matrimonios y parejas estables sólo podemos hablar en el mundo de las matemáticas. Pero del compañero de habitación perfecto, ni eso, ya que se demuestra que el llamado problema del compañero de habitación no tiene solución estable.
El estudio de Gale y Shapley no se reduce a una simple anécdota matemática que ahora nos resulta graciosa para comentar en una cena. Shapley ganó en 2012 el Premio Nobel de Economía por este tipo de trabajos, junto a Alvin Roth, por sus contribuciones en la teoría de las asignaciones estables y el diseño de mercados, según declaró la Academia.
Como se puede observar, el problema del emparejamiento no es fácil. Quizás en las apps, por su capacidad potenciadora de acceder a personas del otro sexo, lo sea
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