La automoción es uno de los sectores industriales más importantes hoy en día. En los últimos tiempos además, están sufriendo muchos cambios y todos los fabricantes se tienen que adaptar para no quedarse atrás: tipos de combustibles, movilidad compartida, vehículo autónomo, contaminación, etc.
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En este artículo, quisiera hacer una reflexión respecto al vehículo autónomo. Particularmente, es un invento que me apasiona, pero que aún veo muy lejos para que se implante totalmente en nuestras carreteras. Sin embargo, la adopción de esta tecnología tiene muchos más baches a superar de los que parece. No se trata solo de lograr un ingenio que cumpla técnicamente (algo que ya es de por sí bastante complejo y que requiere miles de millones de km de tests). Sino que también las personas tienen que acostumbrarse y aceptar esta tecnología. Algo que no está tan claro, como veréis.
Para empezar a poneros en contexto, ¿sabíais que al principio las personas tenían rechazo a usar los ascensores cuando empezaron a existir? ¿Y que por supuesto, también había personas muy reticentes a usar coches en sus orígenes? En la misma línea, se está empezando a comprobar que los coches autónomos no tienen tan buena aceptación como nos quieren vender. Hay varios factores que pueden explicar esto:
- La gente no se siente segura dejando su seguridad en manos de tecnología
- Durante el día a día, su tecnología cotidiana tiende a fallar puntualmente, como páginas web, o el teléfono móvil
- Tras sufrir o presenciar un accidente de coche, las personas tienden a no querer ceder el control de sus vehículos.
- A pesar de que los dispositivos de ayuda a la conducción (asistencia a cambio de carril, alerta por sueño, etc) ayudan a prevenir accidentes, hay cierto estigma hacia los conductores que lo usan
- El ser humano tiene un instinto natural para protegerse de las cosas nuevas. Una resistencia al cambio.
- No ha habido ningún estudio sobre cómo habría que diseñar este tipo de vehículos para su aceptación por el mercado, ni tampoco un estudio de los efectos con varios o un único pasajero.
- Nos creemos que conducimos mucho mejor de lo que lo hacemos.
- Los algoritmos que se usan son totalmente opacos.
- Cuando fallece una persona en un vehículo de este tipo, se le da mucha cobertura mediática.
Se están estudiando los efectos del vehículo autónomo en los conductores. Se pueden encontrar en la bibliografía, por ejemplo:
- Reduce la atención en la tarea principal de conducción o estar atento a la carretera
- Es tedioso en largas distancias.
- Los conductores prefieren cambiar menos veces de carril para adelantar
Pero la realidad es que no está definido cómo tienen que actuar los conductores en este tipo de vehículos, y menos después del último accidente de Uber.
Pero la realidad es que no está definido cómo tienen que actuar los conductores en este tipo de vehículos, y menos después del último accidente de Uber.
Sin embargo, sí que hay mucho consenso sobre una gran cantidad de ventajas: la posibilidad de que los vehículos autónomos reducirán el tráfico, lo harán de manera más eficiente, serán mucho más seguros que los vehículos tradicionales, etc. Entonces, conviene hacer un esfuerzo para que la integración de estas máquinas en la sociedad sea fructífera. En este sentido, recientemente en la revista Nature Human Behaviour, tres invetigadores de distintas universidades han elaborado una guía sobre los mayores problemas psicológicos que hay que afrontar con estos vehículos, que paso a resumir a continuación:
Opacidad de los algoritmos y casuísticas de error
Como ya se ha dicho, cada vez que hay un accidente de un coche autónomo, los medios recogen la noticia con cierto sensacionalismo y creando alarma social. Esto se ve agravado porque no se conocen bien las causas del accidente, o qué ha fallado en el algoritmo opaco del fabricante. Superar esta barrera es complicado.
Sin embargo, los autores recomiendan a los fabricantes hacer una campaña de concienciación para prevenir a los usuarios que habrá accidentes. Eso es indudable. Además, gracias a distintas regulaciones, los fabricantes deberían de explicar parte de sus códigos y aceptar modificaciones sobre ellos.
Opacidad de los algoritmos y casuísticas de error
Como ya se ha dicho, cada vez que hay un accidente de un coche autónomo, los medios recogen la noticia con cierto sensacionalismo y creando alarma social. Esto se ve agravado porque no se conocen bien las causas del accidente, o qué ha fallado en el algoritmo opaco del fabricante. Superar esta barrera es complicado.
Sin embargo, los autores recomiendan a los fabricantes hacer una campaña de concienciación para prevenir a los usuarios que habrá accidentes. Eso es indudable. Además, gracias a distintas regulaciones, los fabricantes deberían de explicar parte de sus códigos y aceptar modificaciones sobre ellos.
Información asimétrica y la teoría de la mente en la máquina
De nuevo, el hecho de la opacidad de algoritmos, hará que el usuario dé mucha más importancia a los pequeños y raros fallos del coche, y apenas preste importancia a los pequeños éxitos. Los investigadores sostienen que la transparencia total del código del coche no es la mejor opción, ya que además está basada en matemática compleja. Pero sí que habría que explicar la toma de decisiones del coche para la tranquilidad del usuario del vehículo, de los de alrededor y de los peatones. Así, esas personas entenderán "por qué se ha parado el vehículo aquí", o "por qué ahora va más lento", "o por qué quiere girar", etc. Es decir, se trata de que la máquina transmita la información necesaria a los humanos.
Hacia un nuevo contrato social con el vehículo
Durante el siglo XX, el coche transformó la sociedad e incluso las ciudades. Sin embargo, el tiempo que le tomará al vehículo autónomo hacer esta transformación será mucho menor. Hay que crear estándares, definir quién será responsable de accidentes, crear una nueva fiscalidad, redes de transporte, etc.
En resumen, ¡queda mucho por hacer!
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